Por unas pocas monedas,
que se llevan a los bolsillos,
llevan en silencio los emigrantes,
con el estomago vació,
al fin del día.
Una sonrisa vaga,
y con una mirada triste
sentado en una piedra y con una taza de café en sus manos
pensando como será el día
para ganarse su sustento.
Ese es el camino del pobre
de morder el polvo
y caminar las calles empedradas
buscando las pocas monedas
de su día de trabajo.
Y con sus manos arruinadas
y lleno de enfermedades
derraman su sudor de su frente
como si fueran regando los surcos.
Por unas pocas monedas
trabajan los emigrantes
para llevar, un pedazo de pan a sus estómagos vacios.
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